31 ene 2007

LA IMPROPIEDAD DEL NOMBRE PROPIO

Su nombre (el de aquel objeto mío de deseo, bueno, el de usted también), es más mío que suyo. Lo trasciende, y guarda en él esa angustia suya por ser finito. En tanto yo lo hago presente, poseo a través de su nombre su propia muerte, su ausencia. He ahí otra transgresión.

Fragmento de una clase de Antropología Simbólica a propósito del nombre propio:

Profesor:

... entonces, estar muerto en vida es...

Yo (en off):

En efecto, tener nombre, no?

Profesor:

Tener nombre.


(tssssss, qué crudo gueeeeee)

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